Por qué la ciencia no es capaz de responder si la tecnología es mala para la salud (y cómo resolverlo)

## La Ciencia a Contrarreloj: ¿Cómo Evaluar el Impacto de la Tecnología en Nuestra Salud? La tecnología se ha entretejido indisolublemente en nuestras vidas, transformando radicalmente la forma en que trabajamos, nos comunicamos, nos entretenemos e incluso pensamos. Pero a medida que nuestra...

Por qué la ciencia no es capaz de responder si la tecnología es mala para la salud (y cómo resolverlo)
Imagen por Francesca Grima en Unsplash

La Ciencia a Contrarreloj: ¿Cómo Evaluar el Impacto de la Tecnología en Nuestra Salud?

La tecnología se ha entretejido indisolublemente en nuestras vidas, transformando radicalmente la forma en que trabajamos, nos comunicamos, nos entretenemos e incluso pensamos. Pero a medida que nuestra dependencia de los dispositivos digitales aumenta, surge una pregunta crucial y cada vez más urgente: ¿cuál es el verdadero impacto de la tecnología en nuestra salud física y mental? Si bien la ciencia aún no tiene una respuesta definitiva, la búsqueda de la verdad está en marcha, una carrera contrarreloj contra la incesante innovación tecnológica.

La dificultad de seguir el ritmo de la innovación

La comunidad científica se enfrenta a un desafío sin precedentes: la velocidad a la que evoluciona la tecnología supera con creces nuestra capacidad para evaluar sus consecuencias a largo plazo. Mientras las empresas lanzan constantemente nuevas aplicaciones, dispositivos y plataformas, la investigación científica, con sus rigurosos protocolos, la necesidad de estudios longitudinales y la revisión por pares, se queda rezagada. Esta brecha genera incertidumbre, dificulta la creación de políticas públicas eficaces para proteger la salud de la población y puede tener consecuencias imprevistas para las generaciones futuras.

"Estamos constantemente jugando al 'catch-up'", afirma la Dra. Amy Orben, investigadora de la Universidad de Cambridge, en una entrevista exclusiva. "Necesitamos métodos de investigación más ágiles, financiación adecuada y una mayor colaboración entre la comunidad científica, el sector tecnológico y los organismos gubernamentales para cerrar esta brecha y comprender el complejo panorama digital en el que vivimos."

El desafío de la complejidad y la individualidad

Evaluar el impacto de la tecnología en la salud no es una tarea sencilla. No se trata simplemente de determinar si una aplicación específica es "buena" o "mala", sino de comprender la intrincada red de interacciones entre el uso de la tecnología, los factores individuales (como la predisposición genética, el entorno social, la edad y la personalidad) y los resultados en la salud física y mental. Lo que puede ser beneficioso para una persona, puede ser perjudicial para otra.

El Dr. J. Nathan Matias, de la Universidad de Cornell, coautor junto a la Dra. Orben de un influyente artículo publicado en Science (Orben & Matias, 2020), destaca la importancia de la transparencia en la comunicación científica y la necesidad de evitar generalizaciones simplistas. "Debemos ser honestos sobre las limitaciones de la evidencia actual. No podemos afirmar con certeza que la tecnología cause X o Y enfermedad en todos los casos, pero tampoco podemos ignorar las señales de alerta, la evidencia emergente y las posibles consecuencias a largo plazo del uso intensivo de la tecnología."

Áreas clave de investigación

La investigación sobre el impacto de la tecnología en la salud se centra en diversas áreas, incluyendo:

  • Salud mental: El uso excesivo de redes sociales se ha relacionado con la depresión, la ansiedad, la baja autoestima, la comparación social negativa, la ciberacoso y los trastornos del sueño, especialmente en adolescentes y jóvenes. Estudios como el publicado en JAMA Pediatrics (Twenge et al., 2017) han encontrado una asociación entre el uso intensivo de redes sociales y síntomas depresivos en adolescentes.
  • Bienestar digital: Este campo emergente busca promover un uso saludable y equilibrado de la tecnología, fomentando hábitos que minimicen los riesgos y maximicen los beneficios. Se centra en estrategias como la gestión del tiempo de pantalla, la práctica de la atención plena y el desarrollo de habilidades para la interacción social en el mundo real.
  • Adicción a la tecnología: La Organización Mundial de la Salud (OMS) reconoció el "trastorno por uso de videojuegos" como una enfermedad en 2018. La adicción a las redes sociales, las compras online y otras plataformas digitales también es motivo de creciente preocupación para la comunidad científica.
  • Impacto físico: El uso prolongado de dispositivos electrónicos puede causar problemas de visión (fatiga visual, miopía), dolor de cuello y espalda, síndrome del túnel carpiano, obesidad por sedentarismo y otros problemas físicos.
  • Desinformación en salud: La proliferación de información falsa y teorías conspirativas en internet, especialmente en redes sociales, puede tener consecuencias graves para la salud pública, como la reticencia a la vacunación, la adopción de tratamientos no probados y el retraso en la búsqueda de atención médica adecuada.
  • Desarrollo cognitivo infantil: Existe una creciente preocupación sobre el impacto del uso temprano y excesivo de pantallas en el desarrollo cognitivo, lingüístico y social de los niños.

El camino hacia un futuro tecnológico saludable

Ante la creciente preocupación por el impacto de la tecnología en la salud, ¿qué podemos hacer? Los expertos coinciden en la necesidad de un enfoque multidisciplinario que involucre a científicos, empresas tecnológicas, reguladores, educadores, padres y la sociedad civil en su conjunto.

  • Inversión en investigación independiente: Se necesita una mayor inversión en investigación científica independiente, libre de la influencia de la industria tecnológica, para comprender mejor los efectos a largo plazo de la tecnología en la salud.
  • Transparencia y colaboración: Las empresas tecnológicas deben ser más transparentes sobre los algoritmos y el diseño de sus productos, compartir datos con la comunidad científica (respetando la privacidad de los usuarios) y colaborar en la investigación de los efectos de sus plataformas.
  • Educación y concienciación: Es fundamental educar a la población, especialmente a los niños y jóvenes, sobre los riesgos y beneficios de la tecnología, promoviendo un uso responsable, consciente y equilibrado.
  • Regulación inteligente: Las políticas públicas deben adaptarse a la velocidad de la innovación tecnológica, protegiendo la salud pública sin frenar el progreso. Esto incluye la regulación de la publicidad dirigida a niños, la protección de datos y la promoción de la alfabetización digital.
  • Fomento del pensamiento crítico: Es esencial desarrollar habilidades de pensamiento crítico para evaluar la información que encontramos en línea, identificar la desinformación y tomar decisiones informadas sobre el uso de la tecnología.

La tecnología no es inherentemente buena ni mala. Su impacto en nuestra salud depende de cómo la utilicemos. Si bien la ciencia aún no tiene todas las respuestas, la búsqueda de la verdad está en marcha. A través de la investigación, la colaboración, la educación y la regulación inteligente, podemos construir un futuro tecnológico que promueva la salud y el bienestar de todos.

Fuentes:

  • Orben, A., & Matias, J. N. (2020). The effects of smartphones on wellbeing. Perspectives on Psychological Science, 15(2), 341-378.
  • Twenge, J. M., Martin, M., & Campbell, W. K. (2017). Increases in depressive symptoms, suicide-related outcomes, and suicide rates among U.S. adolescents after 2010 and links to increased new media screen time. Clinical Psychological Science, 7(1), 3-17.
  • Organización Mundial de la Salud. (2018). International Classification of Diseases (ICD-11).